martes, 30 de abril de 2013

En defensa de lo que debe ser

El domingo asistimos a un evento organizado por una mujer, para mujeres, se trató de una maratón de 2 kilómetros en la cual no solo se corría, sino que además se bailaba mientras se corría. Fue una especie de pasacalle contemporáneo con mucha energía y muy buena vibra, creo que no solo las mujeres jóvenes que corrieron se divirtieron haciéndolo, sino todos los que las seguimos y admiramos su energía y vitalidad. Al final la organizadora dijo algo que recogí como propio, el ejercicio te da felicidad y el baile te empodera. Creo firmemente en el ejercicio físico y deseo que las próximas generaciones de mujeres, entre ellas mi nieta, sean mujeres listas para enfrentar cualquier reto con la capacidad y el empoderamiento que será su mejor escudo de protección en la vida.

Por otro lado tengo que decir que soy una mujer fuerte, siempre lo he sido y nunca he necesitado recurrir a mi condición femenina para obtener lo que quería o necesitaba. He tratado de enseñarles a mis hijas que a un ser humano se le respeta igual siendo hombre o mujer y no suscribo la violencia de género venga de quien venga. Cuando escucho que a alguien se le debe dar algún privilegio por su condición de mujer, pienso que esto lejos de ser una conquista social es un retroceso. Hoy he escuchado sobre un conflicto diplomático que envuelve a un embajador, con muy pocas dotes de diplomático y a dos señoras. Si el caso es como se cuenta no se necesita repetir que el mencionado diplomático debía ser mas cortés porque eran damas, creo que debía ser cortés porque eran seres humanos y nada más. Del mismo modo la cortesía tenía que haber estado presente en la actitud de todos porque eran adultos y no llegar al estado de exaltación que muestran los videos.

Lamento mucho que el exabrupto haya llegado a los golpes y que no haya habido ningún adulto responsable que llame a los dos bandos a la cordura. Me pregunto si podemos pedirle mesura a los jóvenes si nosotros los adultos y además con educación nos comportamos como vándalos. En Asesoria Educativa cultivamos, sobre todo, los valores cívicos que nos conminan a ser cuidadosos con las colas, respetuosos con los lugares, pacientes mientras esperamos y condescendientes si alguien se atreve a decir algo desagradable. Mi madre, que fue mi primera maestra, decía que si una persona es imprudente la otra está obligada a ser prudente y creo que es la mejor enseñanza para la convivencia pacífica. Nuestros asesores educativos, deben mostrar con el ejemplo su don de gentes y su educación para así poderles exigir a nuestros alumnos un trato similar. Esperamos que el desacuerdo no llegue a mayores y que todos nos tratemos con la deferencia que debemos. Después de todo somos de la misma especie.


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