lunes, 18 de marzo de 2013

¿Tengo derecho a querer algo para Lima?


En el discurso inaugural, el presidente John F. Kennedy, pronunció estas célebres palabras: “No  preguntes que puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer tu por tu país.” Soy una convencida de que este principio se puede aplicar a casi cualquier actividad del quehacer humano. A la familia, a la escuela, al trabajo y porque no, a Lima. Sí,  a nuestra ciudad capital, por la que hacemos muy poco aparte de criticar las funciones de todos sus alcaldes. Hay muchas cosas en las que podríamos contribuir en lugar de quejarnos: sembrar nuestro jardín, limpiar nuestra vereda, respetar las áreas de estacionamiento y los parques, etc. Hacer de nuestro barrio un lugar más habitable, sin necesidad de recurrir a la autoridad edil, no porque no tenga el deber de asistirnos, sino que a veces terminaríamos esperando en vano.

Como profesora de historia, tengo mis teorías acerca de las razones atávicas que nos tienen esperando siempre a que una autoridad, no siempre muy apta, venga a solucionarnos el problema de la basura, la luz o el agua. Creo que debemos culpar a los primeros colonizadores, los sacerdotes que crearon las reducciones de indios. En donde lo único que debían hacer era  trabajar, pagar impuestos y obedecer, la iglesia se encargaba de lo demás, sea bien, mal o regular; era a ellos a quienes se le debía reclamar si faltaba algo y si no lo cumplían, pues se quedaba sin hacer y punto. Esos tiempos, gracias a Dios ya pasaron, ya no vivimos en reducciones o en parroquias, somos ciudadanos libres con deberes y derechos. Y nuestro principal deber, debiera ser, mejorar nuestra forma de vivir y ser felices. En ambos casos tomemos nuestro futuro en nuestras manos y no esperemos que la autoridad venga a arreglarnos la entrada de la casa.

En Asesoria Educativa somos conscientes que estos principios deben ser inculcados en nuestros alumnos y que se necesita hacerlos partícipes de un cambio de actitud con respecto a lo que debemos esperar de nuestras autoridades, sean estas municipales, regionales o nacionales. Los pueblos se crearon primero, las autoridades vinieron después y deben servir para gerenciar lo que nosotros, como contribuyentes, deseamos que se haga en nuestros respectivos lugares. Pero estas necesidades insatisfechas deben convertirse en contribuciones al bien común y no a nuestros propios intereses. Los profesores y alumnos de Asesoria Educativa  son conscientes que la única manera de obtener algo en la vida es trabajando con ahínco y ahí está el secreto de la felicidad y la tranquilidad.



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